Un día, sin motivos, sin razones el pilar fundamental sobre el que había erigido un templo, se fue resquebrajando, bajé a revisar qué fallaba, fallaba casi todo.
No tengo oportunidad de solucionar nada, porque quien me ayudó a construir ese pilar esencial lo hizo de sueños morados, de sueños oscuros teñidos de pasión veraniega, caricias envenenadas, de palabras vanas... no puedo hacer nada más que observar con dolor como se derrumba todo aquello que con mimo y cariño fui reconstruyendo, pues el lugar es un lugar que ha sufrido muchas batallas, regeneraciones y cada vez va quedando como una cicatriz en la piel, recuperada pero deforme en parte.
Con Veinticinco de Jotandjota voy montado en Taxi driver de Nach alrededor de el único edificio que quería mantener viendo como se agrieta, rompe y acabará cayendo por sueños morados.
