Aquella tarde, frente al ordenador, en un
inspirado atisbo de calor, se inundó la tela, dando mayor metabolismo y las
lenguas del fuego santo que luchaban, en la oscuridad sonrisas tímidas, pero
seguras, el gran observador del espejo tomando nota, mientras la única fe,
aceleraba el volumen. Sonó un clic, la ropa acecha en el templo, al igual que los
cuervos, nos escudriñábamos de forma inconsciente, desnudando secretos temidos,
el viento se quedó momificado, nuestros únicos deseos se desenterraron, matando
cualquier otro anhelo.
Dentro de esa tienda de
campaña improvisada, todo apretaba, cerca del valle montañeros concurrían, y en
la desembocadura de la locura, aquel manantial que emergía, renovando las
fuerzas. Mi mirada se posaba sobre su morada, ella se posaba sobre mi
delicadamente, torbellinos incendiarios por las falanges, engullidos en una tormenta
oscura en el que veíamos delgadas líneas de luz.
El paisaje se modelaba, el
tiempo se aceleró, para una situación mucho mejor, nos revisábamos el uno al
otro, ella bajó el último armazón y por fin el principio del revoloteo y del
juego dio comienzo de forma intensa, un bucle era nuestra petición. Éramos más
perfectos que una fusión, como rocas metamórficas. Con el paso del tic-tac, más
unidos en diferentes situaciones, sus planetas brillaban, su voz seca, pero
cálida, clamaba con valor.
El gladiador manejaba y...
ella, mi compañera, mi amiga, me adiestraba en la cultura de ser dos almas en
una. No podíamos albergar más gozo y explotamos en pasión… así, de una vez y
dos continuó.
Cuando estoy solo, te echo
de menos… amor.
Me encanta! :)
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