Tenía que ir a un lugar donde no conocía a nadie. Reunirme con gente con la que no me apetecía entablar ningún tipo de conversación, pero que por el trabajo era necesario. A la tarde, mi chica vendría a buscarme a la calle paralela de los autobuses, más que nada para no formar ningún atasco y aprovecharnos de las salidas de los buses. Me tengo que vestir elegante, aunque para nada dejar la comodidad. Puede que una talla más de la necesaria para poder ir algo cómodo pero formal.
Supongo que he acertado con la vestimenta, pues dice mi chica que he causado buena impresión, me alegro, la verdad, aunque ha sido horrible la reunión, saludando y sonriendo todo el rato chistes que eran para vomitar de lo malos que eran, pero bueno todo fuese por el trabajo. Ha estado decente a decir verdad, después de esa tediosa reunión hemos ido a cenar a un restaurante para el que solo se accede con reserva.
Después de conversar agradablemente entre cerveza, algo de cava y una cena de muy buen ver, hemos ido a su casa, hoy me tocaba dormir allí. Lo cierto es que con la cama que ella tiene, no sabía dónde iba a dormir yo, porque bueno, parece una pista de aterrizaje, jajaja, la verdad, me encanta.
Ella me dijo que se sentía exultante, radiante, increíble... excitada. Me rodeó con sus manos suaves, finas, cuidadas... sin pintar, la miré, me miró y entendió mi mensaje. Nos fuimos a la cama dando risotadas y algún que otro azote antes de zambullirnos entre la seda de sus deseos.
Es una bella mujer, pero que no tiene tiempo para amar, o que no quiere sentirte débil. Sé que soy del segundo tipo, aunque también por necesidad para pagar mis facturas. Ser un hombre de compañía en el que a veces cobrar un extra si yo quiero, no está mal. Me siento un poco vacío, pero pago mis facturas.
He llegado a casa después de desayunar con ella y decirme: "ya nos veremos, chico guapo".
Vaya, ya me está llamando para quedar por octava vez.
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