De lo único que me da rabia es no poder viajar, porque el resto prefiero poco con calidad que zarandajas en abundancia. Estoy contento caminando en un cuarto en el que me siento en paz espiritual aunque algo tenso por las carencias que ello conlleva, pero nadie puede decir que jamás fui dependiente de una sustancia, de una chica, del juego, de la villanía ni de la venganza. Nadie puede decir que no lo amé por quién y cómo era y que me seguiré sintiendo orgulloso por sus logros honorables.
Puede que haya entendido el mundo y sus leyes no escritas y por eso puede que me mantenga en una paralela que todavía no sé a dónde va porque nadie ha viajado por un sofá.
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