Cuidado con lo que tienes en el himen, siempre que mientes se te ven los dientes, esas ansias por sentir el placer de cerrar tus fáuces sobre el feligrés que cree que le amas por ser como es y por tratarte bien.
Sigues en tu desbocada caminata de peligros, en los que el daño sentimental se rige, en el más allá una bocanada de inocencia hierve, los lobos te desprecian, los zorros te cierran sus puertas. Ahora suspiras sola.
El caballero piensa en su almena que para cerrar sus cicatrices faltan besos, caricias... pero el ya nunca estará disponible para...
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