De entre los mares surgen palmas de bruma que ahogan las olas y palmeras de una isla concreta.
Si bien sintiose cómoda, también oprimida, aunque tolérose su agraciada fluidez, quiso más estremecer entre sus orillas. De su túmulo opaco averíguose que hubiere un tesoro, bien no encontrose, buscarse tiene el mar que con tanta furia y cariño reparte donde quisiéronle.
Gotas surgieron de entre sus fauces, que el bosque aceptó con gratitud. Agitáronse los árboles con ansia, cual estremecer de las aves que surcaron sus copas, adentráronse hasta los frutos prohibidos. En ellos las aves se resguardaron, mientras la bruma y las olas abrazaban la isla con tal exquisitez como con total olvido.
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