Cada día más perdidos y perdiendo al otro, al resto y su alma, la Soledad llama a la puerta, pero tengo una bala en la recámara. Ella se deja arrastrar por quien no la conviene y pronto todo acabará en una despedida donde la luz se apagará un poquito más; y, es que no forma hay de que la Soledad nos comunique con la felicidad si no es en la psique para acabar perdiéndola a largo plazo, donde la única llave maestra está en la dualidad de no separarnos.
Cada día más perdidos y perdiendo al otro, al resto y su alma, la Soledad llama a la puerta, de la mía sabe lo que le espera y pasa, por eso la Soledad hace acampada, pero las palomas de la paz llaman a mi ventana, se mueren en la dureza de la trayectoria al acabar, no solo está dejando de vivir, si no que mata cada ilusión que echó a volar. Desde mi ventana no alcanzan mis balas cargadas de afecto, van cayendo en el trayecto a la nada. Está dejándose llevar por su propia maldad.
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