El tórtolo continuó ese camino de la mano de la sombra de la arpía, en la cual puso su confianza porque le ofrecía más fácilmente, algo que con su tórtola le costaría mucho, sin pensar en las consecuencias o la manipulación que estaba sufriendo el pobre tórtolo, su corazón se fue ennegreciendo poco a poco. Un día despertó y se preguntó qué estaba haciendo y dónde estaba su amada, por qué la había dejado...
La tórtola que ya encontró otro amor, seguía buscando a su tórtolo anterior, pero sin darle señales de que ella estaría a su lado, sin amarlo, pues sin darse cuenta ella era la sombra de aquella arpía.
El tórtolo pronto se dio cuenta gracias a las alertas de la sombra-tórtola, de que debía salir rápido o su negrura pronto envolvería su corazón, y con ello, sin amor, moriría. El tórtolo emprendió el vuelo escapando de las garras de la arpía. Un viaje lejano, con dolor... pero una gran luz se vislumbraba en el horizonte. Muchas paradas tuvo que hacer, y tantos peligros esquivar y dominar sus miedos, pues la arpía seguía acechándolo con sus sombras, atormentado al tórtolo cada poco tiempo. Éste, con la experiencia y el corazón cicatrizado de tanta ardua pelea en su interior ya no daba importancia a la insistencia de la arpía a sus conjuros, trampas y mala-praxis.
Del tiempo y el duro aprendizaje, el tórtolo voló tan lejos que aún estando cerca de la arpía, ésta no podía volver a tocar su corazón; la sombra-tórtola sonreía de alivio, porque aún siendo una mera sombra, en toda oscuridad hay luz y ella lo amó aun estando con otro amor.
¨La vida es aquello que te ocurre mientras tú planeas hacer otras cosas¨.
John Lennon.
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