Enfermedad y remedio

Alrededor de mi cabeza pastillas vuelan, me llaman y me claman que las trague como el clítoris de una amada sobre la mesa, rojas, ralladas, azules o blancas todas por mi garganta hasta que desaparezcan, darme un colocón antidepresivo y antidolor como el sexo a puerta abierta en cualquier rincón, de verdad, no sé a que sabrán todas ellas, me dejan a medias, lo que quiero es un sujetador por cada una a las que mi boca un beso le prestó como si fuera amor de telenovela.

Que deje de sentir mi cabeza, se apague durante horas y no sienta la opresión que hay e mi pecho cuando la damisela me rechaza por cerdos gualtrapas, morder, chupar, tragar o dejar que efervezcan, quiero que calmen mis ansias por otra neska, como pasar las dedos por su espalda y que me dejen en la cama o como a un virgen a la primera. Que no, ni sienta ni padezca, que cada una de las bellotas blancas farmacéuticas sea como al apretar el culo de una adulta contra mi cintura, que me ahogue en otro sueño en blanco para no levantarme empalmado por algo que sé que hacer no he logrado y así pasar los días hasta que alguien me ame o perezca de una sobredosis de yacer o de relapse en el sofá...

-¡¿Qué?!
-Nada, solo es un texto.
-No me gusta que hagas este tipo de textos.
-Es darle la vuelta a dos situaciones negativas y crear algo artístico que además pueda ayudar a alguien.
-¿Con esas ideas?
-A veces no se necesita mas que alguien empatice con nosotros cuando las cosas no van tan bien, una buena compañía.
-Ya... y no será qué...
-Calla y disfruta.
-... escritores...